Esta ingeniera chilena usa residuos de cosechas y crea un carbón que recupera la tierra
CLIMA
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Esta ingeniera chilena usa residuos de cosechas y crea un carbón que recupera la tierraLa ingeniera agrónoma Cristina Muñoz emprendió una asombrosa tarea para intervenir los suelos con biocarbón y así recuperar su fertilidad, mientras además lucha contra el calentamiento global.
El llamado de la naturaleza ha atravesado toda la vida de Cristina Muñoz, ingeniera agrónoma y madre de dos hijos. Foto cortesía de Cristina Muñoz. / Otros
3 de mayo de 2025

Hay personas que sienten el llamado de la naturaleza con más intensidad que otras. A Cristina Muñoz, ingeniera agrónoma, madre de dos hijos, y pieza clave en la lucha por la recuperación de suelos y contra el calentamiento global en América Latina, ese llamado de la naturaleza le atravesó toda la vida. 

De pequeña participaba en un grupo de montañismo en Chile, su país natal.  Mientras iba a la escuela primaria, también era una niña scout y salía de campamento. Así aprendió a armar carpas, encender fogatas y básicamente sobrevivir con lo que proveía la madre naturaleza. 

A los 15 años se mudó con su familia a Valdivia, y aprendió remo para correr junto al río Calle-Calle. Y cada dos por tres, su padre, técnico en comunicaciones, la llevaba de inmersiones por ríos, cascadas, senderos y pescaban juntos. Sobre todo, le enseñaba el valor de la naturaleza. 

“Siempre viví en la ciudad, pero me encantaba salir y disfrutar del ‘olor’ a campo, esa mezcla de aromas frescos de las flores, suelo húmedo, animales, establos, viento frío en el rostro y el calor de hogar al regresar por las tardes”, evoca Muñoz. 

Como sus padres no tenían dinero para financiar la universidad, tuvo que ganarse el ingreso con su propio esfuerzo. Se graduó del liceo con los mejores promedios y luego rindió la Prueba de Aptitud Académica para entrar con crédito a la universidad. 

Fue un esfuerzo inmenso: compraba facsímiles en los kioscos de diarios, y estudiaba todas las materias con libros de biología, física y química que conseguía en casa de amigos. 

Agronomía le fascinó. Y descubrió que el secreto de toda esa estampida de naturaleza que veía junto a su padre, los scouts y sus tardes en el grupo de montaña estaba cifrado mucho más profundo, bajo tierra. “Las asignaturas como fisiología vegetal, fitopatología y fertilidad de suelos eran mis favoritas”, dice. 

Y así, cuando le tocó elaborar su tesis, la dedicó a la selectividad de intercambio de iones en el suelo. La clave para entender la explosión de reacciones químicas que sucede en la tierra, y cómo intervenir para sacar lo mejor de ella. Años más tarde abordó el doctorado al estudio de la dinámica del carbono en los suelos de zonas mediterráneas. 

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Su tesis doctoral fue reproducida en prestigiosos medios científicos de todo el mundo. Entonces, Muñoz descubrió que el tema despertaba un interés global y una relevancia urgente en tiempos de calentamiento global donde la sequía, la tala indiscriminada y las temperaturas extremas convierten los suelos fértiles en una corteza impenetrable donde nada crece.

A tres años del doctorado, comenzó a trabajar como profesora de planta en una universidad, donde en 18 años ya ha titulado a más de 50 estudiantes de Agronomía y de posgrado. 

La alquimia del biocarbón

Durante una estadía en Nueva Zelanda, en 2010, conoció a otros investigadores que exploraban los beneficios de usar biocarbón (biochar) como una llave que devolvía la fertilidad a los suelos. De regreso en Chile tuvo su primer proyecto científico adjudicado, y allí introdujo el tema. 

“En los inicios trabajé con materiales que provenían de guano o estiércol de diferentes animales, ya que me preocupaba los grandes volúmenes de estiércol que se producen en granjas de cerdos, aves y vacuno, que si no son tratados adecuadamente terminan contaminando las aguas subterráneas o emitiendo gases contaminantes”, recuerda Muñoz. “Después continué trabajando con residuos de diversos cultivos de la zona, como restrojos de trigo, cascarilla de arroz, poda de diversos frutales como cerezos, avellano europeo, entre otros. Los cuales tienen diferentes propiedades y potenciales de uso que los producidos desde estiércol. Tuve muchos estudios en laboratorio, invernadero y en terreno, lo que permitió validar los resultados obtenidos en diversas condiciones de suelo y clima”. 

Entre más estudiaba los beneficios del biocarbón, más se apasionaba. “Me enamoré de este descubrimiento y de sus múltiples usos”, confiesa.

En el 2018, creó en la universidad el primer Laboratorio de Materiales Carbonosos y Agricultura de la región. “Este laboratorio me permite enfocarme en el estudio de diferentes tipos de biocarbones, estudiar sus efectos, validar productos nuevos. Además es un laboratorio de investigación que apoya la docencia en asignaturas que también he creado como Agricultura y Cambio Climático”.

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En 2020 se sumó una pieza clave en sus investigaciones: Jorge Ducros, uno de sus estudiantes estrella en la carrera de Agronomía, a quien lo asistió en su tesis.

“Vislumbré en él a un estudiante muy involucrado y estudioso, dos características que valoro mucho”, recuerda Muñoz. “Cuando se tituló, me ofreció su colaboración para realizar experimentos en el campo que él dirige, donde exporta cerezas, y ahí comenzamos a establecer ensayos experimentales, a producir biocarbón y a probar diferentes tipos de materiales bajo condiciones reales y de interés para muchos productores de la zona”. 

Con el apoyo de la universidad, creó un emprendimiento de base científico-tecnológico para llevar a mercado estos productos. “Así que con mi apoyo, Jorge ya generó una empresa llamada Trumando”, cuenta la ingeniera, “que le permitirá traspasar estas tecnologías para llegar a los agricultores de la zona.”

Un beneficio que dura por décadas

Los experimentos fueron cada vez más alentadores. Y no resultaron algo pasajero sino que sus intervenciones con el biocarbón produjeron cambios sostenidos en el tiempo y además una posibilidad de, no sólo fertilizar suelos, sino de combatir el cambio climático. 

“Un aspecto interesante de los resultados obtenidos es que permite acumular carbono en los suelos que podrán estar estables por décadas, por lo que potencia el secuestro de carbono atmosférico y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el calentamiento global”, se entusiasma Muñoz. “Además, estamos evaluando ahora su efecto en la mayor disponibilidad de agua en los suelos y en la dinámica de metales contaminantes en los suelos”. 

El empleo de biocarbones, un tema del cual Muñoz es referente en Latinoamérica, se ha utilizado hace varios años con éxito en Estados Unidos y en China. 

“El tema lleva aproximadamente unos 15 años desde que se comenzó a estudiar ampliamente en varios países y actualmente se genera mucha información científica con avances en el tema. Por ejemplo, China y Estados Unidos ya tienen una larga data de uso de biochar en parques, jardines y zonas agrícolas”, explica Cristina. “En nuestro caso, estamos aplicando en diferentes predios agrícolas de la región, en ensayos monitoreados, y esperamos pronto que sea ampliada a otras zonas geográficas en condiciones de producción real de campo”.

En la actualidad, Muñoz se concentra en direccionar la aplicación de los biocarbones ante distintos desafíos de cada suelo. “Estoy trabajando ahora, por ejemplo, en producir biochar con nutrientes y enzimas para suelos que requieran incrementar su productividad, y también en biochar con enzimas específicas detoxificantes que contribuyen a la degradación de productos nocivos”.

Hay gente que siente el llamado de la naturaleza desde temprana edad. Y gente, como Cristina, que se toma en serio ese llamado, y decide dedicar su vida a responderlo. El futuro de este planeta depende de gente como ella.


FUENTE:TRT Español
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