Decenas de miles de argentinos viajaron este año al exterior para turismo y eventos deportivos. La venta de automóviles e inmuebles se disparó. Una explosión de consumo que, sin embargo, refleja una desigualdad creciente en la Argentina hoy presidida por Javier Milei. Mientras una minoría privilegiada vive un boom, las capas medias y bajas ajustan sus gastos y sufren un aumento del desempleo y la precariedad laboral.
En el centro de esta dinámica se encuentra el drástico control de la inflación, considerado el mayor logro del gobierno actual. En 2024, la tasa interanual superaba el 118%, pero tras un severo ajuste fiscal y monetario, en junio de este año la inflación mensual cayó al 1,6%, según el Instituto Nacional de Estadísticas (Indec).
Esta estabilización permitió alcanzar un inédito superávit fiscal, aunque sus costos fueron elevados: una fuerte recesión, el encarecimiento de servicios como la salud, la educación y la vivienda. Y principalmente, una creciente desigualdad social que ahora se ve reflejada en las cifras.
Los indicadores macroeconómicos comenzaron a mejorar en 2025, con crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante tres trimestres consecutivos, aunque de forma desacelerada, según datos oficiales. No obstante, el 50% de los argentinos no logra cubrir sus necesidades básicas y el 30% debe postergar o cancelar gastos para pagar servicios, según un estudio de la consultora Moiguer, citado por la agencia de noticias AFP.
En paralelo, mientras un 23% compra dólares y un 11% realiza compras en plataformas extranjeras, el consumo en alimentos y medicamentos sigue cayendo, según el mismo estudio.
Auge en sectores selectos
En el mercado automotor, el primer semestre de 2025 registró un incremento del 78% en ventas respecto a igual período del año anterior, el mejor resultado en siete años, impulsado por bajas tasas de interés, reducción de impuestos y políticas que devolvieron “los dólares del colchón” –es decir, los que los argentinos dejan a resguardo en sus casas– al mercado.
“Tuvimos un junio excelente”, explicó Blas Morales, vendedor en un concesionario de automóviles cerca de la capital argentina a AFP. Y añadió: “En los últimos seis meses las ventas se triplicaron”.
Por su parte, Sebastián Beato, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA), confirmó: “Este es el mejor primer semestre de los últimos siete años”.
Un fenómeno similar se observa en el mercado inmobiliario. La compraventa de inmuebles creció un 22% en Buenos Aires en mayo respecto a 2024, con más hipotecas firmadas en los primeros cuatro meses del año que en todo el año anterior, aunque solo un cuarto de los solicitantes cumple con los requisitos laborales e ingresos.
"El cambio de gobierno para el mercado inmobiliario fue muy positivo", dijo Diego Sardano, dueño de una inmobiliaria en Lanús, en la zona sur del conurbano de la Provincia de Buenos Aires. "Favorece la estabilidad del dólar y la oferta de créditos que no había desde 2017", explicó.
Y agregó: "Con el gobierno anterior pasábamos meses y meses sin hacer ni una venta. Ahora tenemos cinco mensuales".
Por otra parte, el impacto también se hace evidente en el sector turístico. En los primeros cinco meses de 2025, un récord de 6,7 millones de argentinos viajaron fuera del país, según reportaron el INDEC y la Encuesta de Turismo Internacional (ETI).
Esto representó un aumento del 66% respecto a 2024, mientras la llegada de turistas extranjeros descendió un 20%, afectada por precios elevados en dólares dentro del país. La preferencia por destinos como Brasil y Chile se refleja en vuelos llenos, mientras las reservas para destinos nacionales caen.

“No se vende nada”
Sin embargo, esta recuperación económica está lejos de ser generalizada y se concentra principalmente en una élite con mayor poder adquisitivo. Mientras sectores como el automotor y el inmobiliario muestran cifras récord, en los pequeños y medianos comercios, y entre los trabajadores formales e informales, el panorama es mucho más sombrío.
Por ejemplo, Laura Comiso, empleada en una zapatería del centro de la Ciudad de Buenos Aires, resume la situación con desánimo. “No se vende nada”, cuenta a AFP tras una larga tarde sin clientes, reflejo del desgaste de una clase media golpeada por la caída del consumo y la pérdida de poder adquisitivo.
El deterioro también se refleja en los hogares. El consumo masivo permanece bajo, con nueve de cada diez hogares endeudados y el 12,8% en mora.
Fernando Savore, titular de la Federación de Almacenes de Buenos Aires, señaló que muchos argentinos compran solo lo necesario y pagan a crédito para llegar a fin de mes, mientras suben los impuestos y tarifas de servicios como gas, luz y transporte.
Mientras tanto, esta brecha también se traduce en cifras preocupantes respecto a la tasa de desocupación, que alcanzó el 7,9% en el primer trimestre de 2025 –el nivel más alto desde 2021– según Indec, acompañado de un proceso de precarización laboral, con la caída de empleos formales y el aumento del empleo por cuenta propia
En suma, la Argentina de Milei enfrenta un crecimiento económico de dos caras: por un lado, ganadores claros, sectores acomodados que se benefician de un dólar barato y crédito disponible, y los perdedores evidentes: la clase media y baja, que lidian con precariedad, endeudamiento y dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Una situación que el gobierno presenta como transitoria y confía en revertir en el mediano plazo.