El sábado, en medio de la impactante cuarta edición del foro anual NEXT 2025, organizado por TRT World Forum en Estambul, una voz serena pero poderosa se abrió paso entre el público: era Lina Abojaradeh, una artista, poeta y activista palestina, cuya obra habla el lenguaje de la resistencia, la resiliencia y la empatía radical.
“Durante los últimos 15 años”, contó Abojaradeh a TRT World, “he usado el arte como una forma de resistencia para contar mi historia como palestina, y también la lucha de todos los pueblos oprimidos del mundo”.
Con poesía, murales, cómics y otras formas multimedia, su trabajo trasciende las barreras del idioma y la geografía, llegando al público a un nivel profundamente emocional.
“Lucha contra ellos con tu poesía”
Recordando una tradición profética dentro del islam, Abojaradeh traza una línea histórica que conecta su obra con el legado espiritual del arte como desafío. “Creo que la persona más grande fue el Profeta Muhammad (la paz sea con él), y él dijo ‘ahjuhum’ a su compañero Hassan bin Thabit, lo que significaba: lucha contra ellos con tu poesía”.
Bin Thabit fue un poeta árabe conocido por sus versos en defensa del Profeta.
“Una imagen vale más que mil palabras. Esta es parte de nuestra herencia: usar las palabras y el arte para combatir la opresión”, afirmó.
En una era saturada de titulares y cifras, Abojaradeh cree que el arte tiene la capacidad única de obligar a las personas a detenerse. “Cuando usas una pintura o un proceso artístico que despierta empatía, creo que tiene un impacto mucho mayor que simplemente escuchar una cifra de muertos o leer un titular en las noticias”, explicó.
“El arte nos da un espacio para detenerse, para sentir, para reconocer la humanidad de quienes sufren.”
“Creo que es un privilegio haber nacido palestina”
Su identidad, afirma, está en el corazón de su camino. “Creo que es un privilegio haber nacido palestina”, dice con firmeza. “No solo me da fortaleza y convicción, sino que también me permite ver el mundo desde una perspectiva empática”.
Esa empatía, dice, se extiende a otros pueblos oprimidos. “Otros pueblos indígenas en el mundo sufren lo mismo que los palestinos: bajo los mismos sistemas de opresión, bajo la misma supremacía blanca. Eso me hizo ser consciente del sufrimiento global y de cómo puedo ayudar a aliviarlo”.
Consultada sobre la esperanza en medio de la violencia y el desplazamiento que enfrenta su pueblo, Abojaradeh trazó una reflexión anclada en la continuidad histórica. “Hay quienes piensan que este conflicto comenzó el 7 de octubre o incluso en 1948”, señaló. “Pero esto lleva más de 100 años de colonialismo occidental: primero británico, luego sionista. Lo que nos mantiene hoy en pie, hablando de Palestina, es el trabajo de los artistas que han mantenido viva esta causa”.
Para ella, esa es la esencia de la resistencia artística. “Los artistas avivan el fuego y lo mantienen encendido para la siguiente generación. A través de mi arte, siento la responsabilidad de transmitir estos valores, esta fuerza, para que continúe hasta que Palestina sea liberada”.
Empoderar a los refugiados a través de la creación
A través de iniciativas como ArchiSmile y Talaween, Abojaradeh canaliza su pasión en acciones concretas trabajando con niños refugiados en varios países. “Los refugiados no solo han perdido su tierra o su hogar. También han perdido su sentido de identidad y su capacidad para contar su propia historia”, explicó.
Sus talleres buscan devolverles esas narrativas. “Transformamos a personas que se ven a sí mismas como menos, como incivilizadas, como indignas, en personas fuertes, capaces de contar su historia y de generar cambio. Usamos el arte para devolverles ese poder”.
Con una sonrisa, recuerda cómo estos esfuerzos crecen y se multiplican: “Realmente formamos líderes que van al mundo y cuentan su historia con confianza”.
Luego de trabajar en más de una docena de países, Abojaradeh se siente constantemente inspirada por la fuerza universal de su mensaje. “Es increíble ver a alguien completamente ajeno a la causa palestina, alguien que no es árabe ni musulmán, acercarse y decirme: ‘Tu obra me hizo llorar. Sentí como si lo estuviera viviendo yo misma’”.
Eso, afirma, es el poder trascendental del arte: “Conecta más allá de las fronteras, de los idiomas, de todo tipo de barreras. Estamos tratando de entrelazar el sufrimiento global para despertar una conciencia colectiva en la que todos nos sintamos responsables, ya sea por un niño en Gaza o por cualquier persona oprimida”.
“No sólo quieren robarnos la tierra, quieren borrar nuestra historia”
Para Abojaradeh, el arte es inevitablemente político. “Los sionistas han gastado millones y millones de dólares solo para combatir las narrativas palestinas. No solo quieren robarnos la tierra, quieren borrar nuestra historia, nuestra cultura, nuestra identidad.”
Ante esa amenaza, el arte se convierte en un desafío. “Usar el arte para decir: ‘Estoy aquí, esta es mi historia, y me quedaré hasta que mi tierra sea liberada’, es una forma poderosa de resistencia”, reflexiona.
Lo más profundo de su mensaje es tal vez esta invitación a recuperar la imaginación colectiva: “Quieren reprogramar nuestra imaginación. No solo nos cambiaron las fronteras, también nos arrebataron la capacidad de soñar con lo que podemos ser. Necesitamos volver a imaginar quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser. No podemos permitir que nos quiten eso”.
El mensaje de Lina Abojaradeh, nacido del dolor, pero lleno de posibilidades, no es solo sobre Palestina. Es sobre cómo el arte puede recuperar historias, empoderar a los silenciados y, al fin, sembrar esperanza en este mundo herido.