Donald Trump regresó como presidente de Estados Unidos con la fuerza característica que lo ha definido: emitió una asombrosa cifra de 139 órdenes ejecutivas en solo 100 días. Algo que casi supera al total de Biden en cuatro años. Redujo drásticamente los empleos federales, revirtió decenas de políticas de su predecesor e inundó los medios con declaraciones diarias sobre políticas.
Sin embargo, debajo de los titulares y el espectáculo se oculta una verdad reveladora: Trump tiene poco que mostrar en términos de legislación, y los temas que ha priorizado —principalmente inmigración, burocracia y venganza personal— están completamente desconectados de las prioridades de sus votantes.
Esta desconexión podría explicar por qué la aprobación de Trump ya va en caída, y por qué su segundo mandato –aunque acelerado en velocidad– tiene problemas para lograr una tracción significativa.
La marca de los primeros 100 días, utilizada durante mucho tiempo como un indicador del desempeño presidencial, suele ser el momento en que los mandatarios acumulan su mayor capital político: alta popularidad, unidad del partido y una oportunidad para impulsar políticas ambiciosas. Trump parece haber entendido esa lección, pero su ritmo furioso enmascara una presidencia que avanza más por instinto y venganza que por mandato público o claridad política.
Sin embargo, comprender la necesidad de un inicio contundente y ejecutarlo son dos cosas distintas. La forma en que Trump ha decidido actuar en ese asunto revela tanto sus prioridades como su presidencia.
Ritmo acelerado y motivaciones de venganza
De los pasos en falso que dio durante su primer mandato, Trump parece sacado algo de enseñanza. Ahora se mueve mucho más rápido y en más frentes políticos que la vez anterior. Un equipo de asesores más dócil lo ha fortalecido, al igual que la decisión de la Corte Suprema el año pasado sobre la amplia presunción de inmunidad para las acciones presidenciales.
Su ritmo acelerado no es accidental. El America First Policy Institute y un grupo liderado por la Heritage Foundation redactaron planes de acción que culminaron el denominado "Proyecto 2025". Individuos asociados con estas organizaciones se convirtieron en asesores cercanos del presidente e incluso en miembros de su gabinete.
A Trump también lo motiva vengarse de aquellos que cree que lo perjudicaron durante los últimos ocho años. Insiste en que tiene un mandato público para su agenda, aunque esta afirmación es manifiestamente falsa, ya que la mayoría de los electores no votaron por él. Su afirmación coincide con declaraciones previas sobre las elecciones de 2016 y 2020, pero también refleja un patrón más amplio entre los presidentes que buscan afirmar legitimidad frente a la polarización y la duda institucional.
Dado los márgenes estrechos de Trump en el Congreso y su experiencia presidencial previa, es comprensible que se haya movido tan rápidamente. Las 139 órdenes ejecutivas de sus primeros 100 días, casi igualan a las 162 de Biden en todo su mandato de cuatro años. Sin embargo, aunque las órdenes ejecutivas orientan al gobierno hacia la agenda del nuevo presidente, son inherentemente inestables y pueden ser fácilmente anuladas por el sucesor de Trump.
Un decreto inicial de Trump, por ejemplo, anuló 78 órdenes de Biden. Para lograr un impacto duradero, Trump necesita firmar proyectos de ley aprobados por el Congreso, pero hasta la fecha solo se han aprobado dos proyectos significativos: la Ley Laken Riley y una extensión de financiamiento del gobierno. Trump ha postergado la introducción de su agenda legislativa principal, prometiendo que todo se incluirá en un "gran y hermoso proyecto de ley". Pero cuanto más espere, más impulso perderá.
El foco de esta primera etapa de su mandato ha estado casi por completo en agravios culturales e inmigración, dejando de lado los problemas económicos que afectan la vida cotidiana de los votantes.
En este sentido, los datos de la Encuesta Política de GW, del que soy codirector en la Universidad George Washington, proporcionan algunas ideas. Poco después de la toma de posesión de Trump, preguntamos a los votantes sobre la importancia de los temas clave en EE.UU.
El asunto principal, como era de esperar, fue el fortalecimiento de la economía del país (el 74,9% dijo que era muy importante). Sorprendentemente, dado que apenas se abordó durante la campaña de 2024, el segundo tema más importante fue reducir los costos de atención médica (72,4 por ciento). Y el tercer tema más importante fue reducir el costo de los alimentos (70,6 por ciento).
Atención médica: una oportunidad perdida
Por otro lado, la atención médica, específicamente, representa una gran oportunidad perdida durante este inicio rápido de la presidencia. Aunque Trump ha dado algunos pasos menores para ampliar las negociaciones que permitan reducir los precios de los medicamentos recetados, otros aspectos para que la atención médica sea accesible siguen sin tocarse. Ni siquiera se han ofrecido los vagos conceptos del plan que ha prometido.
Durante su campaña, Trump prometió repetidamente desmantelar lo que él denominó el “estado profundo”, especialmente en represalia por las investigaciones y supervisión que enfrentó. Dijo a los votantes: “Yo soy su castigo”. A finales de la campaña incluso incorporó a Elon Musk a sus reuniones, donde el cofundador de Tesla y SpaceX prometió ayudar a reducir casi 2 billones de dólares en el presupuesto federal. Pero los detalles fueron imprecisos entonces, y la implementación ha sido caótica.
Los recortes profundos a los programas federales y al empleo han sido rápidos y furiosos, y a menudo parecen haberse realizado sin mucha planificación. No sorprende entonces que empiece a aumentar una reacción negativa, ya que eliminar servicios y empleos rara vez es representa una victoria política.
Los recortes internos de Trump y su desdén por las señales económicas ya han creado incomodidad. Pero es en sus políticas comerciales más amplias, especialmente los aranceles, donde el potencial de un daño real se vuelve más visible.
Los aranceles y comercio
Ciertamente, la inflación sigue siendo una preocupación clave para los votantes, especialmente el aumento de los precios de los alimentos y la vivienda. El presidente no ha avanzado en políticas significativas para enfrentar la inflación y, de hecho, sus acciones en lo que concierne a los aranceles y la inmigración podrían empeorarla.
Durante su mandato anterior, los agricultores estadounidenses resultaron especialmente afectados por los aranceles de represalia, lo que obligó a la administración a autorizar miles de millones de dólares en rescates federales para compensar las pérdidas.
Ahora, la implementación de medidas migratorias más estrictas amenaza con reducir la fuerza laboral responsable de recoger y procesar gran parte de los suministros de alimentos del país, lo que podría elevar aún más los precios.
Trump ha tenido un enfoque singular en los aranceles como solución para todos los problemas, desde los desequilibrios comerciales hasta el tráfico de drogas y la inmigración.
Pero su solución recurrente con los aranceles ha creado un gran caos en los mercados financieros y ha desairado las relaciones de EE. UU. con aliados y socios comerciales.
Peor aún, el enfoque errático de Trump, oscilando entre amenazas y retiradas, ha generado incertidumbre en la economía global. Las empresas están retrasando decisiones, los aliados están reconsiderando asociaciones y los precios en EE.UU. siguen subiendo.
La turbulencia económica interna se refleja en una erosión de la posición global de Estados Unidos. Esto queda más claro que nunca en las primeras decisiones de política exterior de Trump.
Relaciones internacionales
Las afirmaciones de Trump sobre tener el poder para detener la guerra en Ucrania ahora parecen risibles.
Comenzó a proponer ideas para una posible solución antes de asumir la presidencia, creyendo que su relación con Vladimir Putin ayudaría a negociar la paz. Pero el presidente de Rusia rechazó sus esfuerzos y sigue decidido a reclamar territorios tomados durante la guerra.
La relación de Trump con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, ha comenzado a mejorar después de una reunión en Roma en el funeral del papa Francisco, pero aún existen dificultades derivadas de los regaños que Zelenskyy recibió de Trump y el vicepresidente J.D. Vance durante una visita a la Casa Blanca. Así que un acuerdo aún parece estar lejos.
En el conflicto de Gaza, el enviado de Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, trabajó con negociadores de la era Biden para asegurar un alto el fuego poco antes de la toma de posesión del mandatario estadounidense. Sin embargo, dicho acuerdo colapsó antes de que su segunda fase pudiera entrar en vigor y, desde entonces, la administración estadounidense ha tenido problemas para sentar a ambas partes en la mesa de negociaciones.
Y para terminar de empeorar el panorama, Trump ha marginado a actores clave de la región esenciales para la reconstrucción de Gaza y la sostenibilidad de la paz. Su propuesta ampliamente criticada de desarrollar un resort de lujo en Gaza ha sido considerada insensible, dañando aún más la credibilidad de EE.UU. en la región.
Los esfuerzos diplomáticos también se han complicado por la búsqueda por parte de Trump para un nuevo acuerdo sobre armas nucleares con Irán, y por las consecuencias de una operación de inteligencia estadounidense mal gestionada que incluyó un ataque aéreo contra los hutíes en Yemen.
El veredicto
Donald Trump siempre ha estado más cómodo prometiendo que gobernando.
Hizo campaña, una vez más, con grandes y simples eslóganes como “Trump lo arreglará” y “¡Deportaciones masivas ahora!”, anunciando lo que haría pero no cómo lo lograría.
El diablo siempre está en los detalles, y a medida que los planes de Trump se implementan y las consecuencias negativas quedan en evidencia, su popularidad va en declive. Las perspectivas económicas de EE.UU. empeoran y su índice de aprobación laboral del 40% en los primeros 100 días es el más bajo registrado para un presidente moderno de EE.UU.
Otros indicadores del desempeño de Trump también son reveladores.
La agresividad de Trump al imponer aranceles, junto con sugerencias extrañas como convertir a Canadá en el estado 51º de EE.UU., ha dañado profundamente las relaciones de Washington en el exterior.
Los aliados se alejan de EE.UU. en busca de liderazgo estratégico. Los socios comerciales están encontrando mercados y proveedores diferentes de bienes y servicios. Incluso las ventas de armas, que una vez fueron un pilar de la influencia global de EE.UU., están perdiendo fuerza ante competidores.
Trump puede haber regresado al poder prometiendo hacer "grande a Estados Unidos de nuevo" y poner a "Estados Unidos primero", pero hasta ahora el nuevo presidente está entregando un país económicamente an