Primero, la fumata blanca. Después, la presentación en el Vaticano del nuevo papa: Robert Prevost. Pero lo que realmente marca el inicio de un pontificado es el nombre que elige. En este caso fue León XIV. Y no se trata de un simple gesto ceremonial, sino de una decisión cargada de historia, simbolismo y proyección a futuro.
El nombre elegido por el papa de 69 años no es un detalle menor: honra a figuras del pasado y, al mismo tiempo, señala el rumbo que desea imprimir a su pontificado. Se lo considera una especie de “partida de nacimiento” simbólica: la primera declaración del nuevo pontífice sobre su identidad y visión.
Aunque León XIV, estadounidense y peruano, no ha explicado públicamente por qué eligió ese nombre, los expertos apuntan a dos figuras históricas que parecen haber influido en su decisión: León I, conocido como el Magno, y León XIII, el autor de la encíclica Rerum Novarum, piedra angular de la doctrina social de la Iglesia católica actual.
Robert Prevost, ahora León XIV, es el primer papa estadounidense y peruano de la historia. Con una larga trayectoria en América Latina, se presenta como una figura clave en un momento de división dentro de la Iglesia.
Los legados de León I y León XIII
Del latín “leo”, la palabra “león” no solo refiere al mamífero, sino también a un hombre audaz, imperioso y valiente, según la Real Academia Española.
Si el nombre define cuál será el rumbo de su papado, vale la pena repasar el legado de sus antecesores. Entre los 13 papas que llevaron este nombre antes que él, los expertos destacan dos.
El más famoso fue León I, conocido posteriormente como León el Magno o León el Grande, quien ejerció el papado entre los años 440 y 461. Su legado incluye la defensa de la doctrina frente a las herejías y, especialmente, su célebre encuentro con Atila el Huno, a quien logró disuadir de atacar Roma. Este episodio afianzó su imagen como un líder audaz, capaz de enfrentar desafíos tanto políticos como militares.
Así, tomar este nombre puede simbolizar fuerza, autoridad doctrinal y liderazgo en tiempos de divisiones ideológicas dentro de la Iglesia y conflictos bélicos a escala global. “Esto podría significar que nuestro nuevo papa también está dispuesto a enfrentarse a fuerzas políticas opresivas en el mundo”, opinó Candida Moss, catedrática especialista en religión, en conversación con CBS News.
Más cercano en el tiempo está León XIII, italiano y cuyo nombre era Vincenzo Gioacchino Pecci, elegido en 1878. Dejó una huella profunda al publicar en 1891 la encíclica Rerum Novarum, que significa “Sobre las cosas nuevas” y también puede interpretarse como “Sobre los cambios revolucionarios”. Esta encíclica abordó cuestiones laborales y el capitalismo en la naciente era industrial, defendiendo los derechos de los trabajadores y sentando las bases de la doctrina social católica moderna.
Y todo apunta a que esto motivó al actual papa a tomar su nombre. De hecho, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, confirmó que el nuevo papa eligió su nombre como una referencia explícita a León XIII. “En este contexto, es claramente una referencia a la vida de los hombres y las mujeres, a su trabajo, incluso en una época marcada por la inteligencia artificial”, aseguró Bruni.
Así la elección del nombre León puede interpretarse como una señal de compromiso con los temas sociales, que buscaría dar continuidad al legado del papa Francisco. Justamente, fue uno de los cardenales más cercanos a su antecesor, quien lo convocó a Roma para ocupar un puesto clave en la estructura vaticana: prefecto del Dicasterio para los Obispos, el organismo encargado de seleccionar a los nuevos obispos del mundo.
El estadounidense Robert Prevost es el nuevo líder de la Iglesia católica. Elegido este jueves como sucesor de Francisco, fue presentado en el balcón de la basílica de San Pedro bajo el nombre de León XIV.
¿Por qué los papas se cambian el nombre?
La sustitución del nombre bautismal por el pontifical se ha convertido, a lo largo de los siglos, en una costumbre profundamente arraigada en la historia de la Iglesia. Está ligada a los orígenes del cristianismo: fue Jesús quien cambió el nombre del apóstol Simón por el de Pedro, el primer pontífice. Desde entonces, ningún papa ha vuelto a llamarse Pedro, en señal de respeto hacia quien es considerado el primer pontífice.
Por el contrario, hay nombres que se repiten cada pocos años, entre ellos, León, que tiene un significativo peso histórico. También nombres como Pío, Gregorio, Juan, Benedicto, Inocencio y Clemente han sido recurrentes a lo largo de los siglos.
El caso del papa Francisco fue diferente: fue el primero en adoptar ese nombre. El motivo de la elección de Jorge Bergoglio no dejó lugar a dudas: tomó el nombre de San Francisco de Asís, conocido por su humildad, vida de pobreza y amor. Votos que el pontífice fallecido mantuvo hasta en su funeral.