El pequeño pueblo venezolano que es un semillero del béisbol global
AMÉRICA LATINA
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El pequeño pueblo venezolano que es un semillero del béisbol globalLa Sabana, un pueblo de cuatro calles en el Caribe venezolano, dio origen a grandes estrellas del béisbol. Ocho jugadores compiten en grandes ligas y 50 tienen contratos profesionales. ¿Cómo lo logró?
La Sabana. Foto: La Guaira Colonial / Otros
8 de marzo de 2025

Para quienes sueñan con ser estrellas del béisbol, La Sabana es tierra prometida. Este pueblito costero del estado Vargas, incrustado en las orillas del Caribe venezolano, se ha consagrado como una auténtica fábrica de jugadores de béisbol: un MVP, ocho jugadores de Grandes Ligas y más de 50 jugadores con contratos profesionales. Para un pueblo de apenas cuatro calles y poco más de 3000 habitantes, esto podría ser un récord. 

Temístocles Liendo, sabanero de nacimiento, es uno de los afortunados. “Dios me regaló la dicha de estar en el lugar y la hora precisa”, narra a TRT Español. “Yo fui a una práctica de los Tiburones de la Guaira como espectador y tuve la suerte de que ese mismo día me invitaron y me probaron. Yo fui como un fanático más, no a jugar. No tenía uniforme ni guantes, nada. Es increíble”. 

A los 16 años, fue contratado para jugar en las Ligas Menores de los Yankees en Nueva York, donde estuvo por diez temporadas. 

Sin embargo, el momento más emocionante y significativo de sus años como jugador lo vivió en tierras venezolanas. “Mi debut en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) fue hermoso. Lo hice con el uniforme de los Tiburones de la Guaira, mi equipo natal”. Además, recuerda con emoción un logro memorable para cualquier debutante “la saqué del campo con un ‘jonrón’ (home run)”.

Pelota y petróleo

En Venezuela no hay niño que llegue a la adolescencia sin haber jugado a la pelota. Samuel Clemente, periodista deportivo con más de 10 años de experiencia cubriendo el béisbol venezolano lo resume en una frase: “Aquí, uno nace con un guante y una arepa bajo el brazo”. 

El arraigo del béisbol en Venezuela, sin embargo, no se entiende sin hablar de petróleo. Entre finales del siglo XIX e inicios del XX, Venezuela se consolidó como una importante esfera de influencia para Washington  y empieza a recibir compañías petroleras estadounidenses encargadas de explotar el oro negro. Casi en simultáneo sucedió la llegada de venezolanos acaudalados que, tras estudiar en universidades del norte, vuelven al país con equipamiento para practicar el béisbol. 

“Cuando el béisbol llegó a Venezuela se instauró de forma rápida porque ya era un deporte consolidado”, explica Samuel. “Para 1900 ni siquiera se había organizado la primera Copa Mundial de Fútbol, pero ya en EE.UU. se jugaban las Grandes Ligas”.

Y no sólo se popularizó, sino que se adhirió al tejido social de la sociedad venezolana. “De los 335 municipios que tenemos en Venezuela, en ningún pueblito del país falta un estadio de béisbol” asegura el periodista.

La popularidad del béisbol puede resultar paradójica. No es un deporte fácil de entender. “Te das cuenta cuando toca explicárselo a un adulto que jamás ha visto un juego”, agrega Samuel. “Las reglas del béisbol son un libro grandísimo, tiene muchas acepciones, y se siguen sumando cosas según van ocurriendo”. 

¿Cómo es entonces que un deporte estadounidense se volvió parte vital de un país en un continente donde, aparentemente, nadie entiende siquiera de qué se trata?

Talentos con potencial de exportación

A diferencia del fútbol, por ejemplo, el béisbol venezolano ha cosechado victorias y talentos extraordinarios. En 1939 el lanzador Alejandro “El Patón” Carrasquel, debutó con los Senadores de Washington, convirtiéndose en el primer criollo en llegar a las mayores. Desde entonces, más de 460 jugadores de origen venezolano han jugado en las Grandes Ligas y muchos han dejado su impronta en las Mayores. Figuras como Miguel Cabrera, Omar Vizquel y Luis Aparicio son considerados no menos que héroes nacionales. 

La Sabana: un microcosmos del impacto del béisbol 

En un país donde al parecer levantas una piedra y consigues un niño con talento para el béisbol, sorprende que más de 60 hayan salido de un mismo pequeño pedazo de tierra. “La Sabana tiene algo especial”, retoma Temis, “casi místico”. 

“La mayoría de estos jugadores provienen de familias con una larga tradición en el béisbol con apellidos que se repiten y están interrelacionados”, añade Samuel. “El caso de los Escobar y los Acuña, son una dinastía”. 

De tres generaciones, la más reciente la encabeza Ronald Acuña Jr., el jardinero de Bravos de Atlanta fue premiado como el Jugador Más Valioso (MVP en inglés) en el 2023. Pero no ha sido el único de su familia en brillar como ligamayorista. Su tío José y sus primos Kelvim y Alcides, todos de apellido Escobar, también han sido superestrellas. Por ejemplo, este último fue ganador de un Guante de Oro y campeón de la Serie Mundial. 

Más allá del diamante: el béisbol como tejido social

Los éxitos de estos perfiles resuenan profundamente en las comunidades. Niños y adultos les idolatran por igual, visten sus camisetas, imitan sus posturas y sueñan con lograr sus hazañas. Sus historias han inspirado a jóvenes a perseguir el béisbol con fervor y una ilusión: ser firmados por equipos internacionales. No extraña entonces que, además de ser una pasión, el béisbol se haya convertido en una vía de movilidad social. Para muchos representa un trampolín hacia un mejor futuro para ellos y sus familiares.  

Aunque cada año cientos de jóvenes son firmados por equipos internacionales, no todos llegan. Para estos, sin embargo, el béisbol también ha servido como herramienta de transformación. En comunidades vulnerables los campos de juego representan espacios seguros alejados de la violencia y las drogas. La práctica deportiva exige disciplina, trabajo en equipo y perseverancia, valores que trascienden el juego a la vida diaria. 

El lado B del sueño

Para lograr el sueño de jugar profesionalmente, los niños se enfrentan desde muy pequeños a un sistema de reclutamiento que en algunos lugares está plagado de prácticas cuestionables y regulaciones amañadas. Muchos firman con los equipos a los 16 años, o incluso antes, y sus familias reciben bonos con grandes sumas. Sin embargo, esto no siempre compensa los riesgos de haber dejado de estudiar demasiado pronto para dedicarse exclusivamente a jugar y, por ende, tener más dificultades para conseguir trabajo.

En el proceso de selección de nuevos talentos también se observan marcados contrastes de experiencias entre países. Mientras que los jugadores estadounidenses son seleccionados a través de un proceso llamado draft y deben cumplir con ciertos requisitos educativos, muchos jóvenes latinoamericanos son firmados como agentes libres, lo que podría dejarlos más vulnerables a la explotación.

Temis, quien ha visto de cerca estas prácticas, hace una exhortación. “Yo adoro el béisbol, es mi vida, pero el primer consejo que yo le doy a los muchachos ahora es que no dejen de estudiar”. 

Tras su retiro como jugador activo, Temis ha dedicado más de 24 años a la formación de jóvenes talentos en el béisbol menor, contribuyendo al desarrollo de futuras generaciones de estrellas en Venezuela​ y otras latitudes. 

Sea que se nazca en La Sabana u otro rincón del país, en algo coinciden Samuel y Temis, “en Venezuela el béisbol se lleva en el ADN”. 

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