La guerra en Ucrania puede estar acercándose a un momento crucial. Tras negociaciones de alto nivel en Arabia Saudí, Kiev ha aceptado un alto el fuego provisorio de 30 días propuesto por Washington. En respuesta, Estados Unidos ha reanudado la ayuda militar y el intercambio de inteligencia, cambiando de nuevo la dinámica del conflicto. Aunque esta propuesta pone la responsabilidad de responder sobre Rusia, persiste la preocupación de que sólo sirva para congelar las líneas del frente en lugar de resolver la guerra.
Mientras se desarrollan estos acontecimientos, queda una pregunta por responder: ¿qué papel desempeñará Türkiye en la configuración del proceso de paz a largo plazo?
A diferencia de las potencias occidentales que han adoptado una postura de línea dura contra Moscú, Türkiye se ha posicionado como un mediador pragmático, equilibrando las relaciones tanto con Rusia como con Occidente.
Esta estrategia no es nueva: Ankara lleva mucho tiempo tratando de aprovechar su posición geopolítica para mantener la estabilidad regional al tiempo que afirma su autonomía estratégica. Sin embargo, ahora que las negociaciones de paz cobran impulso, la influencia diplomática y militar de Türkiye puede resultar decisiva para garantizar una resolución sostenible.
El mediador entre Oriente y Occidente
Desde el inicio del conflicto, Türkiye ha caminado por una cuidadosa cuerda floja diplomática. Como miembro de la OTAN, ha condenado la agresión rusa y ha afirmado la integridad territorial de Ucrania.
Al mismo tiempo, se ha negado a imponer sanciones a Moscú, manteniendo un diálogo comercial y de seguridad con Rusia. Este doble enfoque permitió a Türkiye facilitar las primeras negociaciones de alto el fuego celebradas en Estambul en 2022 y mediar en un acuerdo vital sobre cereales en el mar Negro para mitigar la escasez mundial de alimentos.
Incluso en medio de crecientes tensiones, el presidente Recep Tayyip Erdogan se ha mantenido firme en su defensa del diálogo. El ministro de Relaciones Exteriores, Hakan Fidan, reiteró recientemente la voluntad de Ankara de acoger nuevas conversaciones de paz, subrayando el compromiso de Türkiye de lograr una “paz justa y duradera”.
Esto se alinea con la política exterior más amplia de Ankara: evitar una escalada que pueda desestabilizar la región del mar Negro, un escenario que supondría una amenaza directa para la seguridad de la propia Türkiye.
Motivaciones geopolíticas
Aunque la paz es el principal motor de los esfuerzos de mediación de Türkiye, también hay intereses estratégicos en juego. Una guerra prolongada en Ucrania podría interrumpir las rutas comerciales regionales, afectar al suministro energético y agravar la incertidumbre económica.
Además, si el conflicto escala hasta convertirse en confrontación directa entre Rusia y la OTAN, Türkiye se encontraría en una posición cada vez más delicada. Al mantener canales abiertos tanto con Moscú como con Kiev, Ankara se asegura de conservar su influencia en futuras negociaciones de seguridad.
El papel fundamental de Türkiye se puso aún más de relieve durante la reciente cumbre europea sobre seguridad celebrada en Londres. A diferencia de las potencias tradicionales de la UE, que se alinean con el enfoque de Washington, la inclusión de Türkiye puso de relieve su posición distintiva como puente entre los marcos de seguridad occidentales y los intereses euroasiáticos más amplios.
Aunque algunos líderes europeos siguen dudando sobre la adhesión de Ankara a la UE, otros, como el primer ministro polaco Donald Tusk, se reunieron con el presidente Erdoganel 12 de marzo y hablaron de la estabilidad regional.
También está el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, que ha instado a la UE a mejorar las relaciones con Türkiye, haciendo hincapié en la necesidad de reforzar la seguridad colectiva y las capacidades de defensa en medio de los cambios de política de Estados Unidos.
La dinámica de Türkiye en la OTAN
Türkiye sigue profundamente integrada a la arquitectura de seguridad de la OTAN. La imprevisibilidad de la política estadounidense -especialmente bajo administraciones cambiantes- ha llevado a los líderes europeos a reevaluar sus dependencias estratégicas. Hace apenas unos días, la postura vacilante del presidente estadounidense Donald Trump sobre los compromisos de la OTAN, suscitó dudas sobre la fiabilidad de Washington, reforzando la necesidad de que Europa desarrolle estructuras de seguridad independientes. En este contexto, la sólida capacidad militar de Türkiye la convierte en un socio de seguridad indispensable.
Al mismo tiempo, Ankara ha aplicado una política de defensa más asertiva, invirtiendo en tecnología militar autóctona y ampliando su influencia en zonas clave de conflicto.
Su industria de aviones no tripulados ha desempeñado un papel crucial en la defensa de Ucrania, mientras que su creciente presencia naval subraya su interés por mantener el control sobre la seguridad del mar Negro.
El camino por recorrer
Con la reincorporación diplomática de Estados Unidos y un alto el fuego sobre la mesa, Türkiye debe decidir ahora cómo hacer valer su papel en la siguiente fase de los esfuerzos de paz.
Si Rusia acepta la propuesta, Ankara podría actuar como garante, velando por el cumplimiento de los términos mientras negocia nuevas medidas de fomento de la confianza. Sin embargo, si Moscú rechaza la oferta, la influencia de Türkiye podría ponerse a prueba mientras navega entre las crecientes presiones tanto de los aliados de la OTAN como de sus lazos económicos con Rusia.
Más allá del alto el fuego inmediato, Ankara también aspira a obtener beneficios a largo plazo. A cambio de sus esfuerzos diplomáticos, Türkiye podría impulsar la reanudación de las conversaciones de adhesión a la UE, exigir concesiones en materia de exención de visados para los ciudadanos turcos y tratar de mejorar su acuerdo aduanero con el bloque.
Dado su papel en la configuración de la seguridad europea, también podría presionar para conseguir un mayor reconocimiento de su estatus dentro del marco estratégico de la OTAN.
Tanto si se mantiene o no el alto el fuego, las maniobras diplomáticas de Ankara garantizan su permanencia en el centro de los debates que configuran el orden de posguerra. Su capacidad para mantener la autonomía estratégica, al tiempo que equilibra las relaciones tanto con los aliados de la OTAN como con Rusia, consolidan aún más su papel como actor indispensable en la diplomacia mundial.