GENOCIDIO EN GAZA
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Una ciudad libre y privada: ¿Es ese el plan de Trump para Gaza?
En su gira por Oriente Medio, Trump anunció que quiere convertir Gaza en “una zona de libertad”. Detrás de este proyecto, ¿se oculta un alarmante plan de privatización del enclave?
Una ciudad libre y privada: ¿Es ese el plan de Trump para Gaza?
Donald Trump / Reuters
hace 7 horas

Pocos antes de dejar Qatar y volar a Emiratos Árabes Unidos durante la escala final de su mediática gira por Oriente Medio, el presidente Donald Trump lanzó una afirmación que muchos medios pasaron por alto. Pero puede dar una aproximación nítida sobre qué tiene en mente el magnate para el futuro de la devastada Gaza.

“Tengo ideas para Gaza que me parecen muy buenas”, anunció en rueda de prensa en Qatar. “Convertirla en una zona de libertad. Que Estados Unidos se involucre y la convierta en una zona de libertad. Tener una zona de libertad real, porque… nunca se ha resuelto el problema de Gaza”.

Para el magnate, esta no es una propuesta novedosa. Durante su campaña presidencial, había prometido construir diez metrópolis de estas características en Estados Unidos.

“Estas ciudades de libertad van a reabrir las fronteras y encender la imaginación de los estadounidenses”, lanzó entusiasta en plena campaña del 2023. Y, en pleno fervor futurístico, también prometió encabezar la revolución de los autos voladores.

Parte del sector de Silicon Valley que apoya a Trump, como Peter Thiel o Sam Altman, han invertido en este tipo de iniciativas y el consejero económico de Trump y co-autor del informe Proyecto 2025, Stephen Moore también es defensor de estos proyectos.  

Aunque no podemos afirmar que sea a esto a lo que se refería Trump en sus declaraciones, esto es lo que se entiende generalmente  y así es cómo él lo ha usado en campaña anteriormente. 

¿Ciudad libre o ciudad libertaria?

En los últimos tiempos el concepto de “libertad” pasó de asociarse a la lucha real por poner fin a la explotación y afianzar los derechos humanos, a convertirse en un término nuclear de la ideología de tecnocapitalistas como Trump en Estados Unidos, o el presidente Javier Milei en la Argentina cuyo partido se hace llamar “Libertad avanza” y su grito de guerra en campaña es “viva la libertad carajo”. 

¿Pero, en el fondo, qué involucra “una ciudad libre” o, mejor dicho, libertaria?

Esencialmente, estas ciudades “libres” son de propiedad privada. Y en los hechos, le pertenecen a empresas bajo jurisdicción de un Estado que ofrecen servicios esenciales para la vida, como la vivienda, el agua o la electricidad a quienes puedan pagarlos. 

Aunque el concepto de “ciudades libres” va mucho más allá. De acuerdo a la fundación Free Cities representan “la siguiente etapa del desarrollo para la coexistencia humana”. Ni más ni menos. 

Sin embargo, detrás de rótulos grandilocuentes, una “ciudad libre” consiste en un sistema donde una compañía privada asume el rol de gobierno y se encarga de proteger la vida, propiedad y, por si fuera poco, la libertad de sus ciudadanos. Claro, todo por un “módico” precio y bajo sus propias reglas.  

Más allá de un lenguaje revestido de proyecto innovador de startup, las contradicciones son obvias. Y basta con repasar algo de historia para encontrar reminiscencias al feudalismo. Un capítulo no muy feliz para la humanidad.

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Para Trump, Gaza no es un lugar de sufrimiento y resistencia, sino una oportunidad de negocio. Un lugar que hay que renovar para convertirlo en un “destino turístico”.

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Las “ciudades libres” ya funcionan en Honduras y son un problema

Uno de los proyectos piloto de estas “ciudades libres” se llama Prospera, y ya funciona en Honduras. Son 2,5 kms2 de edificios en torre, playas y mucho verde en la isla de Roatán. Una urbe anunciada como “el plan más ambicioso de autogobierno” del planeta. 

Allí las compañías que operan —unas 50 startups en 2024— pueden elegir el marco legal que más les convenga entre un menú de legislaciones de 36 países. Por lo pronto, mientras una empresa con sede en EE.UU. paga 21% de ingresos brutos, las que se asientan en Próspera pagan 1%.

Esta ciudad que ya era destino de cruceros, y donde se ofrecen apartamentos de dos dormitorios a 250.000 dólares, tiene en realidad, todos los rasgos de un proyecto neocolonialista. En ella, una pequeña elite de extranjeros –muchos millonarios de Silicon Valley- viven en una burbuja legal separada del resto de la sociedad local a la que, como suele suceder, solo utilizan como mano de obra barata. 

“Es como una comunidad cerrada. Intentan aislarse y hacer lo que les conviene”, los criticó Paul Romer, economista, directivo del Banco Mundial, y Premio Nobel. Y disparó un pronóstico sombrío: “Eso no va a salir bien”.

Xiomara Castro, actual presidenta de Honduras, quiere acabar con Prospera, una ciudad millonaria que deja cero impuestos para el país. Que trae complicaciones medioambientales. Y cuyo proyecto original fue aprobado por el anterior presidente, Juan Orlando Hernández, hoy encarcelado en EE.UU. –cumple una condena de 45 años por narcotráfico-. 

“Venden nuestro territorio en pedazos como botín para el capital multinacional”, denunció la presidenta Castro ante la ONU. La polémica sobre la legalidad de Próspera que escaló a nivel internacional con pedidos de intervención a Naciones Unidas, aún continúa en la justicia.

A pesar de las tensiones internas con la “ciudad libertaria” -, magnates tecnológicos cercanos a Trump, como Peter Thiel o Sam Altman han invertido en la compañía fundadora de Próspera. De hecho, Stephen Moore, consejero económico de Trump y co-autor del informe Proyecto 2025, también es defensor de estos proyectos. 

Por si fuera poco, la administración Trump se ha reunido con los desarrolladores de ‘Próspera’. ¿Buscan, de este modo, generar el contexto legal para replicar este tipo de ciudades y exportar el modelo a Gaza?.

El tiempo dirá si la tristemente célebre “Riviera de Oriente Medio” propuesta tiempo atrás por Trump como futuro de Gaza –y criticada por buena parte de la comunidad internacional-, puede convertirse en un experimento social disfrazado de “ciudad libre”.

Una “zona de libertad” que apuntaría, en todo caso, a una ciudad de “propiedad privada”. Y eso, al fin de cuentas, es lo que menos necesita Gaza para sanar heridas, castigar culpables y renacer de los escombros.



FUENTE:TRT Español y agencias
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